YO NO BESO la bandera

Hacía mucho tiempo que no escribía nada, pero creo que Juanje me lo va a permitir, ya que la fotografía se merece algún comentario.
Esto es lo que nos han plantado al final del bulevar de la Avenida de la Constitución y justo antes de la Gran Vía. Además es de un tamaño considerable, lo cual es perfecto para poder disfrutar de ella durante todo el recorrido a lo largo del bulevar. Siento decirlo, pero el paseo más o menos agradable y el saneamiento de uno de los principales accesos al centro de Granada, recién estrenado, con las inconfundibles laderas blancas del albaicín como paisaje de fondo, es el pastel al que le han colocado una guinda amarga. La imagen me quema la vista y me daña el estómago. Caminar hacia el centro deja de ser agradable y se convierte en una marcha patriótica con la mirada fija en la bandera ondeando al viento, siempre en el horizonte. Sólo falta que, además, vayamos cantando el himno nacional, cara al sol, y con la mano en el pecho. El único consuelo es pensar que a la vuelta la bandera quedará atrás y todos nosotros le daremos la espalda y el culo.
Esto me hace pensar que la gente se quejó de las farolas de Gran Vía (de hecho en la mayoría de ellas se pueden ver las marcas del descontento) y ahora... ¿es que nadie va a levantar la voz por semejante actuación? ¿Soy el único que piensa que un molinillo de viento de colores quedaría mucho mejor en su lugar? Y no me vale que me digan que es un homenaje a la constitución (con minúscula, por supuesto, aún está por ganarse la "C" mayúscula), porque la constitución se homenajea defendiendo sus artículos y a las personas a las que engloba, cosa que no ocurre en mucho casos y que es mucho más importante que una tela (me da igual que sea de seda o sintética) y unos colores.
Así que sólo me queda por decir una cosa: yo no beso la bandera, ni ésta, ni ninguna otra.