04 noviembre, 2005

Los Huevos del Rey

Su Majestad el Rey es una persona normal a quien le gusta comer huevos fritos.
Por supuesto que es una persona normal; a mí también me gustan los huevos fritos, me encantan, sobre todo si tengo toda una plantilla de criados a mi servicio que me los preparan cuando a mí me dé la real gana; y si entre huevo y huevo me sirven además enormes bandejas de marisco y caviar, tanto mejor.
En realidad, no hay muchas diferencias entre el rey y el resto de nosotros... aparentemente todos tenemos unos gustos culinarios muy similares. Aunque, claro, es aquí cuando me surge una pregunta: ¿si tan parecidos somos, por qué yo tengo que prepararme los huevos fritos, que los he comprado en el Mercadona tras estar haciendo cola durante casi media hora en caja y que la mitad de ellos se me han roto por el camino, en una sartén mugrienta de teflón en la que todo se queda pegado, en una cocina de 2 metros cuadrados? No sé, alguna diferencia habrá entre el rey y yo.
Supongo que será porque los huevos del rey, amén del caviar y otras exquisiteces, los pagamos todos los españoles.

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